AMORES DE VERANO (MICRORRELATO)

Ella, pegada a la ventana del autocar, una profunda tristeza
reflejada en su rostro, lo miraba con fijeza hipnótica.
Él, a cuatro pasos del vehículo que llevaba pintado el nombre
de la compañía turística a la que éste pertenecía,
la miraba de igual manera. Ella había comenzado a llorar.
Se sentía muy desdichada. Se le habían terminado las vacaciones
y se estaba separando de su gran amor de unos días ociosos y felices.
Él también parecía profundamente contrito.
Era un consumado actor. En cuanto partió el autobús,
ambos agitaron sus manos, en despedida, hasta que el vehículo
se perdió en la distancia.
Él dio entonces media vuelta y sonrió,
la falsa pesadumbre borrada de su joven semblante.
Lo próximo que tocaba ahora era ligarse
a otra turista ávida de romance.
La turista que se alejaba en el autocar
pensaba en el rutinario trabajo que la esperaba
y en el aburrido novio dispuesto a casarse con ella
cuando tuviesen ahorrado el suficiente dinero.